Pintada en naranja y verde,
por campos y cañaverales,
el mar lame tu costado,
y en cristalina danza te evades.
El sol posa en ti su mano,
quien te abraza como hermano,
y al morir en el ocaso,
la luna nace y te vela.
Suscitas tímida al viento,
con aromas de azahares,
y en ti dormitan gaviotas,
entre juncos y arrozales.
Bella es la historia arabesca,
que anidas en los recuerdos,
lágrimas de un cante moro,
duermen en tus monumentos.
Pintada en naranja y verde,
por campos y cañaverales,
está mi querida tierra,
bellezas de mil colores.